“No todo el que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre
que está en los cielos” ( Mateo 7.
21).
Cristo muestra con un aclara
amonestación, que una profesión exterior de la religión, por muy notable que
parezca, no nos llevará al cielo. El Señor establece la siguiente norma: “No todo el que me dice Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos”.
No sirve confesar a Cristo como Señor nuestro solo de palabra y con la lengua, y dirigirnos a él de esa manera, y profesar seguirlo de ese modo. ¿Podemos imaginarnos que eso es suficiente para llegar
al cielo, o que Él que conoce y demanda al corazón, se va a contentar con meras
manifestaciones sin realidad interior?
¿Creen que tales cumplimientos tengan algún valor para Cristo? Para nuestra
felicidad es necesario hacer la voluntad de Cristo.
¿Cuál es la voluntad del Padre? Es creer
en Cristo, arrepentirnos de nuestros pecados, que vivamos una vida santa y que
nos amemos los unos a los otros. En una palabra, su voluntad es nuestra
santificación (1ª Tesalonicenses 4. 3). Decir y hacer son dos cosas distintas.
Amado Lector: Para llegar al cielo es
preciso hacer la voluntad del Padre celestial, no nos engañemos con practicar
una religión falsa.
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