“Prosigo
al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús”
(Filipenses 3.14).
Otro año está a punto de
terminar. Esto significa un año menos de vida y un año más para que Jesucristo
venga, y sin duda que como muchos estaremos pensando en nuevos planes para el
próximo año.
No es malo tener propósitos. Uno
de los objetivos más importantes es el que el apóstol Pablo tenía: seguir
hacia la meta que se había trazado, seguir a Jesucristo, continuar fiel en la
lucha hacia el premio de la vocación a la que Dios le había llamado.
La meta
de todo cristiano debe ser continuar en el camino en el
que Dios lo puso desde el día que tuvo un encuentro con Cristo,
tomando la cruz y siguiendo las pisadas del Divino Maestro.
No debemos fijar nuestras
metas en las cosas terrenales, ya que esas cada día irán de mal en peor,
conforme al plan profético de Dios.
La perseverancia en el camino
de salvación debe ser la ocupación del creyente en Jesucristo.
Fíjate metas, sí, pero como
dice el apóstol Santiago: “Si Dios
quisiere y si viviéremos, haremos esto o aquello” (Santiago 4.15).
Amado Lector: “Encomienda a Jehová tu
camino, espera en Él y Él hará” (Salmo 37.5).
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