“Porque
mil años delante de tus ojos, son como el día de ayer, que pasó, y como una de
la vigilias de la noche. Háceslos pasar como avenida de aguas; son como sueño;
como la hierba que crece en la mañana: en la mañana florece y crece; a la
tarde es cortada y se seca” (Salmo
90.4-6).
El decir de muchas personas
al terminar el año es: “¡Qué rápido se fue este año!”, y con toda razón, pues
el escritor sagrado por inspiración nos hace ver el paso de los años. Una
longevidad que nunca alcanzó el hombre, ya que el que vivió más años fue
Mathusalam, 969, no llegó a los mil.
Agrega el
Salmista: Como una de las vigilias, es decir una tercera parte de la noche,
viene a ser como un torrente de agua; tan pronto como nacemos, comenzamos a morir y cada día
que pasa nos acerca más a la muerte.
Nos arrastra como un torrente,
es como un sueño, en otro sentido, podemos decir que es como los que sueñan, pensamos
grandes cosas de nosotros mismos, hasta que la muerte nos despierta y el
tiempo pasa sin que nos demos cuenta.
Somos como la hierba o la flor
de un día, lozanos en la mañana de la juventud y marchitos en la tarde de la
vejez.
Por eso,
amado lector, el consejo del Salmista es: “Encomienda a Jehová tu camino y espera en
él, y él hará”, (Salmo 37.5).
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