"Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las
tribulaciones" (Salmo 46.1).
En el Salmo 90, Moisés escribe: Señor, tú nos has sido refugio en generación y en generación. Esto
lo dice por la experiencia y la presencia real de Dios en el pueblo de Israel
durante la peregrinación en el desierto; esa misma experiencia tuvo el rey
David al ser perseguido por Saúl y tuvo la bendición de ser amparado por Dios,
él recurrió muchas veces buscando auxilio cuando estaba en peligro.
Dice en el
Salmo 70: "Oh Dios acude a librarme;
apresúrate, oh Dios, a socorrerme".
Cuántas veces estos y muchos
otros hombres de la Biblia clamaron a Dios buscando amparo y refugio y lo
encontraron; qué maravilloso es
vivir o tener esa experiencia con Dios,
cuando él se manifiesta en nuestra vida dándonos auxilio, y siendo de esta
manera tan real, que lo sentimos a nuestro lado.
Cuando el cuerpo se siente
cansado o agotado, ya por los años o por una enfermedad, Dios es la fortaleza
dando salud, sosteniendo las rodillas paralizadas, por eso el mismo salmista
dice: Inclina, oh Jehová tu oído, y
óyeme; porque estoy afligido y menesteroso" (Salmo 86.1). Qué bendición tienen todos aquellos que, no encontrando humanamente alivio a sus
problemas o dolores, pueden acudir a Dios que todo lo puede, para suplicar sea
propicio a sus sufrimientos y tienen alivio.
Amado Lector: Tú también
cuando te sientas agobiado por los problemas de la vida, tu situación
difícil o una enfermedad incurable que te sentencia a muerte, puedes encontrar
en Dios respuesta si le buscas por medio de su Hijo Jesucristo, y te da la
garantía de poderte acercar a él como tu Padre celestial, EN DONDE ENCONTRARÁS REFUGIO, FORTALEZA Y CONSUELO.
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