viernes, 20 de junio de 2014

Dios, amparo y fortaleza

"Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones"  (Salmo 46.1). 

En el Salmo 90, Moisés escribe: Señor, tú nos has sido refugio en generación y en generación. Esto lo dice por la experiencia y la presencia real de Dios en el pueblo de Israel durante la peregrinación en el desierto; esa misma experiencia tuvo el rey David al ser perseguido por Saúl y tuvo la bendición de ser amparado por Dios, él recurrió muchas veces buscando auxilio cuando estaba en peligro.

Dice en el Salmo 70: "Oh Dios acude a librarme; apresúrate, oh Dios, a socorrerme".

Cuántas veces estos y muchos otros hombres de la Biblia clamaron a Dios buscando amparo y refugio y lo encontraron;  qué maravilloso es vivir o tener esa experiencia con Dios, cuando él se manifiesta en nuestra vida dándonos auxilio, y siendo de esta manera tan real, que lo sentimos a nuestro lado.

Cuando el cuerpo se siente cansado o agotado, ya por los años o por una enfermedad, Dios es la fortaleza dando salud, sosteniendo las rodillas paralizadas, por eso el mismo salmista dice: Inclina, oh Jehová tu oído, y óyeme; porque estoy afligido y menesteroso" (Salmo 86.1). Qué bendición tienen todos aquellos que, no encontrando humanamente alivio a sus problemas o dolores, pueden acudir a Dios que todo lo puede, para suplicar sea propicio a sus sufrimientos y tienen alivio.

Amado Lector: Tú también  cuando te sientas agobiado por los problemas de la vida, tu situación difícil o una enfermedad incurable que te sentencia a muerte, puedes encontrar en Dios respuesta si le buscas por medio de su Hijo Jesucristo, y te da la garantía de poderte acercar a él como tu Padre celestial, EN DONDE ENCONTRARÁS REFUGIO, FORTALEZA Y CONSUELO. 

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