“Porque
de dentro del corazón de los hombres salen los malos pensamientos, los
adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las
maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la
soberbia, la insensatez" (Marcos 7.21,22).
Estas maldades las trae el
corazón desde que somos concebidos por nuestros padres, así dice el Salmista: "He aquí, en maldad he sido formado, y
en pecado me concibió mi madre" (Salmo 51.5). Por eso el ser humano es
malo por naturaleza.
El Apóstol Pablo nos dice una
gran verdad: "Porque lo que hago, no
lo entiendo; ni lo que quiero, hago; antes lo que aborrezco, aquello hago. Y yo
sé que en mí (es a saber, en mi carne) no mora el bien: porque tengo el querer,
mas efectuar el bien no lo alcanzo" (Romanos 7. 15,18).
Por eso Dios nos dice: "Dame hijo mío tu corazón, y miren tus
ojos por mis caminos"
(Proverbios 23.26). Dios pide el corazón porque es el único que lo conoce y
tiene el poder para limpiarlo de toda maldad; pues la sangre de su Hijo
Jesucristo nos limpia de todo pecado (1ª Juan 1.7).
Amado Lector: Nunca podrás cambiar si
no es por el poder de Dios, por eso es importante que le entregues tu corazón.
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