En
el Evangelio de Mateo encontramos una historia de un paralítico que fue traído en una cama hasta
donde estaba Jesús, Y viendo la fe de
ellos, dijo al paralítico: confía, hijo; tus pecados te son perdonados.
Al
oír esto uno de los fariseos, dijo: Este
blasfema.
Y viendo Jesús sus pensamientos, dijo: ¿por qué pensáis mal en
vuestros corazones? porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son
perdonados; o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del
hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice al paralítico):
levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. (Mateo 9. 2- 6).
Sin duda
que el Señor ve lo que el hombre no ve, pues al tener frente a él al paralítico
vio que su situación no solo era física, sino lo más importante era su
estado espiritual, por eso le dijo "Tus pecados te son perdonados",
pues el Señor no solo vino a sanar o hacer milagros, sino a dar libertad a los
pecadores. En cierta ocasión, dijo:
"No he venido a llamar justos, sino pecadores al arrepentimiento".
Qué bendición recibió aquel
paralítico, al quitarle el Señor la invalidez y además quitar de su corazón la
carga de pecados de quien sabe cuántos años.
Amado Lector: Jesús sigue hoy perdonando
pecados y dando libertad de las ataduras de Satanás a todos los que como el
paralítico, vienen a él.