El
escritor sagrado de la carta a los Hebreos, hablando del sacerdocio de Cristo,
dice: “Por lo cual puede también salvar
eternamente a los que por él se allegan
a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7.25).
Después de que Cristo se manifestara a sus
discípulos por cuarenta días, ascendió a los cielos. Dice la Escritura Sagrada
que estaban en el Monte de las Olivas, cuando de pronto fue alzado en una nube y
le quitó de en medio de ellos; el escritor de la carta a los Hebreos dice que
está sentado a la diestra de Dios (Hebreos 10.12).
En el libro de los Hechos, dice el Apóstol
Pedro en su mensaje expuesto después que curó a un cojo, “Al cual de cierto es menester que el cielo tenga hasta los tiempos de
la restauración de todas las cosas, que habló Dios por boca de sus santos
profetas que han sido desde el siglo” (Hechos 3.21).
El Apóstol Juan dice: “Hijitos míos, estas cosas os escribo, para que no pequéis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1ª
Juan 2.1).
Apreciable Lector: Nuestro Señor
Jesucristo está a la diestra de Dios, intercediendo no solamente por los
que ya se han arrepentido de sus pecados y le han aceptado como su Salvador, sino
también está para interceder por aquellos que no lo han hecho; él espera que lo
hagan; como en este caso tú si aún no te has arrepentido.
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