lunes, 6 de mayo de 2013

6 pasos para reparar tu matrimonio

1. Decide vivir para siempre con tu cónyuge

Mateo 19.6: "Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó no lo separe el hombre".
 
Sin divorcio. Sin amantes. Sin nada. El divorcio no es una opción. El divorcio debe ser una palabra inexistente en tu relación. Los matrimonios no duran porque las personas se casan con la idea de que si no funciona se pueden divorciar, y de esa manera no invierten en la mejora del matrimonio.
 
Entiende que tú asumiste un compromiso ante Dios. Tu cónyuge merece una atención exclusiva. Dedícale tu esfuerzo, tu atención, tu amor, tu tiempo y todo lo que sea necesario.
 
 
2. Decide hacer de esta relación la mejor de tu vida

Romanos 12.2: "No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la voluntad de Dios, agradable y perfecta".
 
Cambia tu manera de pensar. Reprográmate. No permitas que los matrimonios que fallan dicten el futuro del tuyo. Decide no ser como la mayoría.
 
Invierte en tu matrimonio lo que sea necesario: libros, seminarios, etc. Decide ser un mejor cónyuge. Amar es una decisión... es un mando de Dios, pero también es tu decisión.
 
 
3. Demuestra el amor en la práctica

Efesios 5.28: "Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama".

Haga lo mismo que cuando eran novios. Amar es dar, dar, dar. Para recibir, primero es necesario dar.

Invierta en acciones que demuestren afecto e interés: las palabras de cariño, declaraciones, caricias, besos, tiempo de calidad. Trate a su cónyuge con honor, con amor, con dignidad.

1 Pedro 3.7: "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo".


4. Practica el perdón divino

Mateo 7:3 "¿Porqué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?".

No esperes que tu cónyuge sea perfecto. Jesús nos amó cuando nosotros éramos pecadores.

No guardes amargura. No te duermas sin perdonar. El perdón nos permite vivir sin rencor, sin construir paredes de resentimiento.

Perdonando, tú no esperarás que tu cónyuge sea perfecto, sino que lo amarás tal y como es, aceptando sus fallas. Permítele a Dios hacer los cambios necesarios en él.


5. Cree que Dios tiene un plan para tu vida y la de tu cónyuge

Jeremías 1:5 "Antes que te formara en el vientre te conocí, y antes que nacieras te santifiqué, te di por profeta a las naciones".

Dios conoció a tu cónyuge mucho antes que tú. Dios ama a tu marido. Dios ama a tu mujer. Si tu cónyuge es tan importante para Dios, ¿porqué no lo es para ti?
 
Aprende a verlo como Dios lo ve.  


6. Disfruten el uno del otro

Cuando las barreras de las falsas expectativas desaparecen, cuando se esfuercen por mejorar su relación, cuando se acepten tal y como son, como Dios los hizo, solo queda una cosa por hacer...
 
¡Disfruta a la mujer de tu juventud! Proverbios 5.18: "Sea bendito tu manantial y alégrate con la mujer de tu juventud".
 
¡Disfruta al hombre de tu juventud! Cantares 1.16: "¡Qué hermoso eres, amado mío, qué dulce eres! Frondoso es nuestro lecho".
 

sábado, 4 de mayo de 2013

La intercesión de Cristo

El escritor sagrado de la carta a los Hebreos, hablando del sacerdocio de Cristo, dice: “Por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él  se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7.25).
 
Después de que Cristo se manifestara a sus discípulos por cuarenta días, ascendió a los cielos. Dice la Escritura Sagrada que estaban en el Monte de las Olivas, cuando de pronto fue alzado en una nube y le quitó de en medio de ellos; el escritor de la carta a los Hebreos dice que está sentado a la diestra de Dios (Hebreos 10.12).

En el libro de los Hechos, dice el Apóstol Pedro en su mensaje expuesto después que curó a un cojo, “Al cual de cierto es menester que el cielo tenga hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde el siglo” (Hechos 3.21).

El Apóstol Juan dice: “Hijitos míos, estas cosas os escribo, para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1ª Juan 2.1).
 
Apreciable Lector: Nuestro Señor Jesucristo está a la diestra de Dios, intercediendo no solamente por los que ya se han arrepentido de sus pecados y le han aceptado como su Salvador, sino también está para interceder por aquellos que no lo han hecho; él espera que lo hagan; como en este caso tú si aún no te has arrepentido.